La obligación moral es
la presión que ejerce la razón sobre la voluntad, enfrente de un valor. Por ello, está lejos de ser una
presión originada en la autoridad,
o en la sociedad, o en el inconsciente, o en el miedo al castigo.
La obligación moral no es la obligación que se siente por la presión externa,
ni mucho menos ese tipo de acción psíquica originada por el inconsciente.
Cuando
una persona capta un valor con su inteligencia, se ve solicitada por
dicho valor, y entonces la inteligencia propone a la voluntad la realización de
tal valor. Pero la inteligencia presiona suavemente, sin suprimir el libre albedrío; simplemente ve una necesidad objetiva y como tal la propone a la voluntad
para su realización. Se trata pues, de una exigencia propia de la razón,
fundamentada en un valor objetivo, pero nacida en lo más íntimo y elevado de
cada hombre: su propia razón. Por lo tanto la obligación moral es autónoma y no
incompatible con el libre albedrío.
Partiendo
y analizando este concepto de lo que es la obligación moral, podemos verla como
algo que lleva el ser humano intrínseco en el, es decir es algo nato, que se va
a desarrollar según el ambiente en donde se desenvuelva y como se educado. La obligación
moral, esta directamente ligada a los actos de conciencia, llevados por
pensamientos inteligentes y racionales. En algunos casos esta obligación se
tergiversa cuando las personas no poseen una base de valores estable. En la
actualidad hay muchas personas que manejan algo llamado la ‘doble moral’, cosa
que no es correcto pero debido a la pérdida de valores, su práctica se ha
vuelto muy común, incluso hay personas que carecen de valores totalmente; ya
sea por circunstancias de la vida o porque escogieron ser así.
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